Todos recibimos la filosofía body positive con los brazos abiertos.
Ya era hora de que se propusieran ideas como las de aquella campaña de Dove, en la que se estableció el tan repetido slogan “Las mujeres reales tienen curvas”.
Ya era hora de que demonizaramos la delgadez y la convirtiéramos en algo horrible y enfermizo para luchar a favor de los cuerpos de verdad, ¿no?.
Existe una conciencia generalizada sobre la existencia de la gordofobia y dentro de las diferentes discriminaciones estéticas, seguramente sea la más grave y acusada.
No se basa solamente en los comentarios ofensivos sobre el aspecto físico, si no el valor que se le da a una persona gorda y la representación que tienen en la sociedad, desde las tallas de ropa hasta el ancho de los pasillos de un avión.
Pero existe otra forma de discriminación física más sutil y, lo que es peor, aparentemente inofensiva.
El término skinny shaming (o thin shaming), se refiere a la discriminación de una persona por su delgadez.
Si como yo eres una persona delgada, no es de extrañar que hayas recibido una larga lista de comentarios “positivos” acerca de tu físico remarcando y envidiando tu delgadez, preocupándose por tu salud, preguntandote si comes bien o directamente riéndose de ti por tu aparente fragilidad.
Quien te pregunta asombrado por tu forma física no imagina que es posible que te sientas acomplejado gracias a toda una vida de comentarios al respecto de tu delgadez. No es posible, porque ser delgado es un privilegio. A nadie con un mínimo de respeto se le ocurriría decirle a una persona “qué gorda estás”, “¡qué piernas más gordas!”, “¿como haces para estar tan gorda?” porque es directamente ofensivo. Pero el valor positivo de la delgadez en la sociedad es tal que otorga la autoridad de soltar afirmaciones como “¡qué delgada estás!” o “¡qué piernas más flacas!”, “¿como haces para estar tan delgada?”, sin que resulte ofensivo, llegando incluso a extralimitaciones como cogerte de la muñeca para medir su diámetro con los dedos con toda impunidad.
Todo ello con una simpática sonrisa de envidia sana. La inclusión de diferentes tipos de cuerpos en las campañas de moda son un ejemplo de cómo el movimiento body positive ha establecido de forma errónea lo que significa aceptar tu cuerpo y los demás. En lugar de dar validez a cualquier cuerpo, sea del tamaño, color y forma que sea, se trazó la línea que separaba los cuerpos normales y corrientes de los delgados, que se corresponden a una dieta inhumana, a sacrificios físicos que rozan la tortura y a la peor cara de la industria de la moda, para hacerte sentir mejor si no entras en ese molde. Quizás sea hora de asumir de verdad que todos los cuerpos son válidos, y que si, existe gente que ha nacido delgada.
¿Tú que opinas?
Texto: Carlos Cascos.