Si flipaste con lo que estaba pasando en Polonia con el coletivo LGTBIQ+, no vas a dar crédito con lo que está sucediendo en China con la etnia uigur.
La región de Xinjiang acarrea una larga historia de conflictos con la etnia uigur. La comunidad uigur es una etnia localizada entre Asia Central y la ranja occidental china. Aproximadamente viven unos 11 millones de uigures en la región de Xinjiang, localización clave en la nueva ruta de la seda planeada por Pekín. Pero China está gobernada y liderada por cuadros de poder de la etnia han, etnia a la que pertenecen el 92% de los chinos. A ambos no sólo les separa la geografía, sino que también las costumbres, la cultura y el punto álgido de inflexión: la religión. Los uigures profesan el islam y su estilo de vida es plenamente musulmán.
Pero, ¿por qué se ha convertido en noticia en los últimos tres años? A partir de 2017 la ONU y otros organismos internacionales alertan de la desaparición masiva de presos uigures que sin ninguna garantía judicial, eran enviados a lo que el Gobierno chino llama «centros de educación y entrenamiento».
En estos lugares, muy similares a las cárceles, los allí encarcelados son sometidos a aprender y utilizar el chino mandarín, renunciar a todo lo que está considerado «pensamiento extremista» (islam) y someterse a la propaganda diaria del Partido Comunista chino.
El régimen se refiere a ellos como «estudiantes». Tienen que pasar un periodo de prueba de aptitudes profesionales y completar un programa de adoctrinamiento para poder acabar trabajando en fábricas.
Muchas ONG y académicos especialistas chinos aseguran que se tratan de trabajos forzosos. Exdetenidos en el exilio, que han conseguido escapar y familiares de encarcelados están denunciando torturas, castigos, abusos sexuales, y operaciones de esterilización a mujeres; por no olvidarnos de constantes amenazas y una estricta vigilancia tanto en los campos, como a todas las personas vinculadas a los presos fuera de las cárceles. Hay todo un Gran Hermano montado en torno a estas, con un exhaustivo programa de seguimiento mediante una plataforma llamada IJOP.
La noticia de todas maneras, no es algo nuevo en China, quiénes desde los años 50 han construido estos campos de «reeducación» para presos de todo tipo, desde contrarrevolucionarios, hasta activistas religiosos; así como miembros de la comunidad espiritual de Falun Gong. Como hemos dicho, es en 2017 cuando salta la noticia gracias a exdetenidos que dan el testimonio de todo lo que está sucediendo en Xinjiang.
El Gobierno, después de intentar ocultar durante ese año la existencia de estos campos, saca a la luz el verano de 2018 el «Libro Blanco sobre los campos«. Creados para luchar contra el «extremismo y el terrorismo» que supuestamente se extendía por la región.
“El Gobierno ha establecido un grupo de centros vocacionales para ofrecer educación y entrenamiento sistemático, acordes a la legislación”
Libro Blanco sobre los campos.
Una vez reconocida su existencia, la comunidad internacional empieza a denunciar todo lo que está pasando en estos campos. Así lo hacía la ONU, quién estimaba un millón de presos uigures; EE.UU, que denunció y sancionó a diversas entidades y personas ligadas a la presión en Xinjiang. El Parlamento Europeo, por su parte, galardonó a Ilham Toti, economista y activista uigur, con el premio Sájarov por la libertad de pensamiento.
Una delegación de diplómaticxs enviada a la región en junio del 2018, llegó a hablar de «una situación de apartheid».
Tanta ha sido la alarma internacional que toda la información que os estamos pudiendo contar está sacada de «Los cables secretos de China», una investigación periodística liderada por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, por sus siglas en inglés) en la que han participado más de 75 periodistas y 17 medios de 14 países, entre ellos, El País o la BBC.
Esta investigación revelaría los documentos que demostrarían la existencia de este sistema organizado de represión diseñado por el régimen del líder comunista Xi Jinping sobre la minoría musulmana uigur, que se encontraría sometida y bajo estricta vigilancia a través de la plataforma IJOP. Además de confinada en estos campos de «educación y entrenamiento».
Entre los documentos a destacar estarían 5 archivos internos de las autoridades chinas clasificados como secretos junto a la documentación de un caso judicial, firmados por Zhu Hailun, responsable de seguridad y miembro destacado del partido comunista.
Destacan un telegrama de 2017 con 25 puntos sobre el protocolo de seguridad, control y adoctrinamiento en los campos de reeducación. Cuatro boletines que demuestran la actividad de la plataforma IJOP: este gran hermano que controla a los uigures mediante un complejo sistema de seguimiento. Y la sentencia judicial del caso Nebijan Hojaahmet: musulmán de Xinjiang, sentenciado a 10 años de cárcel por defender prácticas diarias del islam como rezar cinco veces al día.
Los documentos han sido filtrados de forma anónima y los expertos los han analizado. Varios expertos han asegurado la coincidencia del mismo tipo de tipografía y lenguaje en los textos oficiales con los de los archivos.
Diferentes medios estatales han difundido imágenes de Zhu Hailun visitando las instalaciones de IJOP con fecha de los documentos firmados. Todo lo contenido en estos archivos coincide directamente con todo lo relatado por ahora testigos directos, periodistas y diplomáticos. Así como exdetenidos, que han estado en los campos, y el observatorio internacional Human Rights.
Una situación cuánto menos preocupante que demuestra una vez más cómo parece que el mundo no ha aprendido de su propia historia. Siguen llegando noticias, de las cuáles también nos haremos eco. Pero parece que de momento la justicia y el hermetismo chino no va a hacer nada para solventar y aclarar lo que está pasanado con los uigures en China.
Seguiremos informando!
