‘’¡Olvídate de las estrías en 3 sencillos pasos!’’ ¿Qué? ¿Olvidarme de mis estrías? Justamente son el recordatorio permanente de mi crecimiento, ¿por qué debo olvidarlas?
Y así todos los días. Mensajes que nos taladran el cerebro diciéndonos que debemos comprar productos para invisibilizar cualquier tipo de marca, como si la piel estuviera hecha de una mezcla de porcelana y diamante inquebrantable, que no sufre modificación alguna al paso del tiempo.
¿Por qué una niña de 12 años, como era yo, debe pasarse noches llorando por tener estrías? ¿Por qué tuve que ahorrar a escondidas para comprar una crema carísima que aseguraba borrarlas? (Plot twist: no funcionó).
Cuando crecí un poco, empecé a ver el cuerpo no como algo que por antonomasia debe ser bello, sino como algo funcional. Cuando todos los cuerpos los empiezas a ver como una cabina que te protege, todos son preciosos e iguales, y ya no hay distinciones. Y eso es lo que me hizo amarme.
Hay días que aún me cuesta mirar mi reflejo, no voy a mentir.
Pero cuando me acuerdo de que la función de mi cuerpo no es ser bonito, sino útil, me siento más cómoda en mis carnes.
Me encanta hacerme nudes aunque sea solo para verlas yo. Esta Era nos ha dado la posibilidad de hacernos selfies, que son el exponente máximo del amor propio.
Mis cicatrices me recuerdan mis batallas superadas. Mi cuerpo es un lienzo que va pintándose con el paso de los años. Nadie puede decirme qué trazo debo borrar de él.
No soy ningún maniquí, tengo pelos en las piernas, granos en la cara cuando me viene la regla y celulitis. ¿Y qué?
Nos asusta nuestra naturaleza.
