¿por qué seguimos comprando LOTERÍA DE NAVIDAD? 🤑

¿Por qué seguimos comprando LOTERÍA DE NAVIDAD?

Este viernes 22 de diciembre volverán las conexiones en directo con el champagne, los pijamas feos ⏰, las quejas por acoso cantadas a viva voz (¡¡Nos ha tocado el gordo!!) y los «Bueno, otro año será».

Yo de números nunca he sabido mucho, pero un tal Roger Jones 👔 dijo una vez que la lotería es un impuesto para los que no saben de matemáticas.

Todos conocemos de oídas a algún amigo de amigo al que le ha tocado y las imágenes de televisión nos muestran a personas similares a nosotros (en mi caso, solemos coincidir en la afición a portar prendas de uso nocturno en las que prevalece la funcionalidad antes que la estética) celebrando el premio 🎅, por lo que parece más fácil de lo que es.

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La realidad es que es más probable que te caiga un rayo a que te toque la lotería.

Para rematar la faena, Hacienda 🕵 se queda el 20% de todos los premios de más de 2.500 euros
. Esta medida se introdujo de forma 👁»temporal»👁 en 2013 y todavía no se ha eliminado.
Aún así seguimos comprando lotería de Navidad y las causas pueden ser variadas:

Una de las más importantes es la presión social. Si en tu trabajo, bar o gimnasio de confianza tus compañeros pillan lotería, sabes que tienes que comprar sí o sí. En el país de la envidia, es preferible perder dinero año tras años junto a los que te rodean 👌, antes que arriesgarte a que puedan ganarlo y tú no.

Otra de las causas más clásicas es la tradición. Si llevas año tras año jugando el mismo número, sabes que el día que no lo compres va a tocar 🖕. Por lo que no te queda más remedio que aceptar tu condena con un poco de ilusión.

La crisis o nueva realidad económica (llevamos casi 10 años con ella, ¿te acuerdas cuando los de arriba decían que era una simple desaceleración 💁?) ha aumentado la venta de lotería. Y esta quizá sea una de las causas más tristes.

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Cada vez es más difícil encontrar trabajo y, si lo encuentras, cada vez es más difícil que un trabajo te permita llevar una vida de clase media. El pescado empieza a estar muy vendido y el ascensor social empieza a sentirse pesado, incapaz de subir demasiado alto. Así que no queda otra: intentar subir por las escaleras, con el boleto de lotería en la mano.

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¿Y tú compras lotería?

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