Poco antes de la celebración de la feria Veggie World en Madrid 💚, Carrefour anunciaba novedades en su línea de supermercados BIO.
Entre ellas destaca la incorporación al equipo de Raquel Herzog, antigua subdirectora de la cadena francesa Bio C’Bon, 👁🍏 especializada en productos orgánicos y ecológicos de todas las áreas de consumo.
¿Es este un paso hacia un futuro más sostenible del sector de la alimentación? 🤑👿 ¿O se trata solo de una estrategia para «lavar» la mala imagen que arrastran las multinacionales de mayor impacto medioambiental?
👀👂🗯 La ciudadanía europea cada vez se preocupa más por el futuro, y esto incluye la preservación del planeta. 👾💫 No es un asunto de unos pocos, tampoco se trata de una «conspiración», ni estamos exagerando. Las protestas y manifestaciones cada vez movilizan a un mayor número de personas.
Por otra parte, las redes sociales han permitido ver la realidad que esconden las industrias alimenticias, y cómo estas malgastan la mayor parte de los recursos disponibles, en sus cadenas de producción. 🚰☠ Mataderos, fábricas, granjas, plantaciones…, lugares que hasta ahora solo eran accesibles a unos pocos, son ahora un asunto PÚBLICO. 💬💥
Ante el descontento general, organizaciones como Nestlé, Procter & Gamble, Unilever o Carrefour, no dudan en cubrirse las espaldas. Ahora, las estanterías de las grandes superficies se han llenado de productos orgánicos, de comercio justo o «sostenibles». Sin embargo, no todo es lo mismo, y es esencial saber qué significa exactamente cada término. 💡🚨
🤓👉 Los certificados más conocidos, y que funcionan en toda Europa son el logotipo ecológico (hoja verde) para alimentación y la etiqueta ecolabel para productos de higiene. En el caso del primero, el producto tiene garantizadas unas condiciones de sostenibilidad referentes a la no utilización de transgénicos, restricción del uso de pesticidas o bienestar animal principalmente. 🐮💊 Por su parte, la etiqueta ecolabel, garantiza que esos productos tienen un bajo impacto sobre el medio ambiente. 🙏🌱
Existen productos como los cosméticos 💄💎, que no pueden adscribirse a los sellos anteriores pero cuentan con los de certificadoras privadas. La más importante de estas es Ecocert.
Finalmente destaca la etiqueta «local» que hace referencia a los artículos o alimentos producidos en zonas cercanas al punto de venta en el que se adquieren. 👍💭 En muchas ocasiones no cuentan con otro tipo de certificado, en especial si provienen de fabricantes artesanos o de pequeño impacto, quienes no pueden hacer frente a los gastos que requiere regulación europea. 💶🔥
💚 Por tanto, ni todo es tan sencillo, ni todo lo que te pintan como «sostenible» lo es realmente. 💔
Resulta más que evidente el cambio que está experimentando la industria, pero está en manos del consumidor hacer que sea un cambio real, en lugar de una mera estrategia de marketing. 🤔🚫 Es necesario fabricar mejor, ser conscientes de los recursos disponibles, y sobretodo, de lo que podríamos llegar a perder si no cambiamos los modelos de consumo y de fabricación.
Por otra parte, si no existe demanda para estas líneas de producto creadas por grandes empresas, las marcas darán por hecho que realmente no hay una nueva necesidad en el mercado, y seguirán apostando por unos productos obsoletos. ❓😷
Ahí es donde se halla el gran dilema. 😓😤 ¿Consumir o no? ¿Debemos dejarnos guiar por una etiqueta sin mirar quien la firma? ¿Compensa pagar menos por algo que nos perjudica? 👿🔐 ¿Hasta qué punto la necesidad de estos productos surge del público y no de la industria?
El último factor clave es el económico.💡💰 No todos los consumidores pueden permitirse productos frescos, de cercanía o que haya pasado todas las certificaciones. Dichos sellos europeos, suponen un coste para los fabricantes, que se ven obligados a encarecer el producto final para obtener ganancias.
Por ello, aunque sea muy respetuoso con el entorno, lo «BIO» sigue sin ser la primera opción en muchas listas de la compra.
🔮⛔ NO SIEMPRE ES POSIBLE LLEVAR UN ESTILO DE VIDA «CONSCIOUS».
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