¿les INTERESA a las EMPRESAS ACABAR con el PLÁSTICO?

“¡¡Por una playa libre de plásticos!!”
Ese fue el grito de guerra de la noche de las hogueras.

Muchos dicen que la noche de San Juan es de las más especiales del año. Una noche casi mágica. Desde la Antigüedad, el solsticio de verano siempre fue una fecha señalada, en la que el fuego adquiría un carácter purificador.

Pasó el tiempo, y con el desarrollo de nuevos cultos, los solsticios y equinoccios perdieron el carácter místico. Su significado cada vez se veía más corrompido por las leyes no escritas. Esas normas que rigen el mercado y a cuya merced nos encontramos.

También en ellas se ha desarrollado una de las mayores inconsistencias de nuestro tiempo. El mismo capitalismo que invita al consumo masivo para más tarde ALERTAR de los problemas que él mismo está causando.

Comprar mucho, gastar sin cuestionarnos nada … son pasos necesarios para que el sistema se mantenga. Y esto solo es posible si se abarata en precio de cada producto. La vía más rápida para conseguir un coste más bajo, es la reducción de los estándares de calidad tanto en la materia prima como en los procesos de fabricación.

Lo conocemos como plástico. Es barato, resistente, ligero y de aparente calidad. Se ha convertido en el gran aliado de la producción en serie.

Nos ha rodeado, y su presencia resulta asfixiante. Ahora la meta es acabar con él. Pero en los últimos meses esto parece cada vez más un mero objetivo comercial. Ya es un hecho. Se trata de otra vía de lucro de un sistema que se reinventa de manera constante. La sostenibilidad, el reciclaje o los materiales “respetuosos” son el nuevo discurso con el que las grandes corporaciones lavan su imagen.

Esta es la nueva cara que muestran a un cliente que comenzaba a despertar del sopor generado por el ritmo de vida impuesto. Sí, la rapidez nos vuelve ciegos y sordos. Es una elección en pos de la supervivencia.

Pero ahora muchas marcas han ido más allá. Las nuevas campañas se centran en la responsabilidad del consumidor, quien simplemente adquiere aquello que tiene a su alcance. Nos culpan por algo que no hemos provocado nosotros, liberándose así de toda implicación posible.

via GIPHY

No basta con los eslóganes o anuncios; los vídeos emotivos no cambian el hecho de que hayamos destruido el planeta. Nuestros actos sí. Pero los del conjunto de la sociedad, sin exclusión.

Si realmente interesase, ¿no habrían cambiado ya los procesos de producción? ¿Existirían nuevos envases o alternativas tan asequibles como el plástico? ¿Sería igual de sencillo acceder a este material?

Este verano, cuida las playas, la ciudad o todos los entornos naturales que visites. Respeta, apoya la sostenibilidad. Pero no olvides el origen de todo. Ante el inmovilismo de la industria, el impacto de los actos individuales es menor de lo que te cuentan. El cambio es posible, pero ha de ser COLECTIVO.

Exijamos responsabilidad también a aquellos que la demandan de nosotros.
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Texto: Andrea Menendez

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