lo que APRENDES de la VIDA en un CURRO de MIERDA 💩⛏

El “curro de mierda” no se llama así por casualidad. Sabemos que estos trabajos son, propiamente, una MIERDA con mayúsculas: sin cualificación y cara al público.
Contratos precarios, clientes ecpáticos (lo contrario de “empáticos”), jornadas interminables, cansancio y ausencia de vida social para quienes la tuvieran antes de firmar sus contratos.

Pero no todo es un infierno, en estos curros también hay cosas que aprender, MUY importantes. Desarrollas habilidades para la vida que un trabajo bien pagado y orientado a tu bienestar no te daría.

Aprendes a gestionar tu tiempo. Tienes doce minutos para hacer X, Y y Z. La primera vez tendrás miedo, la joderás de mil formas y colores, pero al final enseñarás a otros a hacerlo incluso en menos tiempo. Porque en tu trabajo y en tu vida, todo es cash: cada cosa que haces es algo por lo que te pagas, o por lo que tú pagas. Tirarte en sofá a ver Netflix cuesta dinero del alquiler, de internet y del servicio de streaming. Con esta mentalidad, todo se ve de otra forma, ¿no?

Otra de las cosas MUY importantes es aprender a tratar a la gente: cuando viene alguien a decirte que ha comprado una camiseta de tu tienda, la ha planchado y se ha quemado, tienes que sacar tus mejores habilidades retóricas y empáticas para que se vaya de la tienda, al menos, sin haber prendido fuego a nada. Lo mismo ocurre si eres camarero y bañas a alguien con una bandeja llena de gintonics. Shame!

Lo mismo para el lado contrario. Trabajando en un curro de mierda aprendes que si eres esa persona con la camiseta quemada o la recién salida de una piscina de ginebra, enfrente tuyo hay otra persona que, mejor o peor, solo hace su trabajo. Y que tampoco le ha molado cagarla.

Mucha gente es gilipollas, mucha gente va a tratarte como un mueble, como una mierda andante, como si estuviera por encima de ti. Pero aquí entra la GRAN habilidad que se desarrolla en los curros de mierda: el Reset. La bendita capacidad de olvidar lo que ha ocurrido anteriormente a nivel emocional cada vez que tratas con un cliente. Aunque, todo hay que decirlo, hay muchas ocasiones en las que los mismos clientes te sorprenden por su comprensión. En esos momentos se ve quién ha trabajdo cara al público y quién no.

El “curro de mierda” no se llama así por casualidad. Pero muchas veces los compañeros, los jefes  y el buen ambiente hacen que sean un curro de “mierda” con minúsculas. Y siempre, siempre podría ser peor. Una vez, oí a un par de chavales comentando sus trabajos. Uno se quejaba de lo sinvergüenza que era la gente que entraba a su tienda de ropa, y el otro le dijo: “Pues imagínate tener que aguantar a esa gente, pero además borrachos”. Y se lo dijo con la sonrisa más grande que he visto.

¿Has tenido experiencias en un curro de mierda? 😉
¡Cuéntanoslas!

Si estás pensando en cambiar de curro, aquí están nuestras alternativas.

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