El de la cosmética y la belleza es sin duda un sector muy estigmatizado, pensado para un público mayoritariamente femenino.
Sin embargo, en los últimos años, los mensajes de las grandes marcas de cosmética y sus productos han ido evolucionando, aunque muy lentamente, hacia productos free gender o unisex; una cosmética pensada para satisfacer las necesidades de la persona sin tener en cuenta su género.
Una de las primeras en posicionarse en el margen neutro del género cosmético fue la firma francesa Matriskin. Sus productos están formulados sin aromas y su packaging evita los colores y las formas que típicamente asociamos a un género o al otro.
Lo de diferenciar cosméticos para hombre y para mujer se concibió para que ambos sexos pudiesen acceder a cosméticos ad hoc a su género, justamente según el formato u olor.
No obstante, lo que realmente importa de un producto es la cantidad de principio activo que tenga, su formulación, capacidad de penetración y, por ende, efectividad.
Por eso la nueva cosmética solo debería entender por etiqueta su nombre y lo que lleva. El género da igual.
En definitiva, los productos que no entienden de sexos sino de tipos de piel son los que verdaderamente funcionan.