Enero empezaba con #januhairy, un hashtag 📵📳 que se hizo viral en redes, al invitar a las mujeres a dejar crecer libremente su vello corporal ese mes en concreto. 🙆💁🙋 O siempre que quieran.
Pero las consignas “empoderantes” se olvidan rápido, 💬💥 y pronto se repiten de nuevo esos patrones nocivos que observamos con “normalidad”.
¿Pero qué es lo normal? ¿Hasta dónde llegan los límites de lo que está “bien visto”? ¿Qué es realmente ir bien e ir mal?
Probablemente no encontrarás una respuesta verdadera a dichas cuestiones, porque no la hay. No existe. En su lugar, aparecen ciertos límites autoimpuestos, casi imposibles de derribar. 🔥👊 Abrir las fronteras hacia la libertad, siempre ha resultado demasiado peligroso. 💫💔
💉 El cuerpo de la mujer, es percibido ahora como un campo de batalla. No deja de ser donde habitamos, pero también ese lugar en el que la contienda no cesa. 😷
Nos venden una falsa libertad individual como única salida. 😎💰 Una vez más, aislar al individuo es una de las estrategias del sistema de compra-venta. La autoexpresión sí es algo propio de cada uno, pero no así el empoderamiento. Este siempre será colectivo. 👬👭👫 No somos seres aislados, sino que vivimos y nos desarrollamos en la colectividad, dentro de aquellos grupos que nos son más afines. Reducir eso, es privarnos de la auténtica naturaleza.🔥🔥
Pero más allá del cuerpo (especialmente el de las mujeres), hay un elemento en él que resulta al parecer muy molesto, por lo que se suele tachar de “poco femenino” como mínimo. 🤔😑 Se trata del vello corporal. Existen multitud de métodos para eliminarlo. 😈💀 El dolor y unas consecuencias químicas y hormonales que aún no conocemos, parecen ser ya algo inevitable. Una condena pacíficamente aceptada.
Sin embargo, casi a la par, se juzga también ese pelo que tenemos en la cabeza. Ha sido censurado tanto por los cultos como por las normas de decoro. 💩🙄 No estaba bien visto que las mujeres dejasen su larga melena ondeando en libertad, pero al mismo tiempo se las animaba a que la dejasen crecer, para crear así múltiples peinados. La mayoría de culturas lo han visto siempre como algo pernicioso, impuro; lo que hace que aún en la actualidad, se siga ocultando.
Llevarlo corto hace un siglo, fue toda una revolución, 🙀😵 de la misma forma que hoy muchos se paran a contemplar los cráneos femeninos rapados.
Una vez más, la gigantesca industria 💅👠 saca a relucir su hipocresía y esa doble moral que ya resulta tan tristemente conocida. ⛔🚫 Deja crecer tu pelo, pero solo si es para teñirlo, rizarlo, alisarlo o aplicarle diversos tratamientos. Tras todo eso, mejor que parezca natural. La promoción de una “belleza canónica natural” es la gran mentira de la mayoría de marcas. 💣👁
Por otra parte, el capitalismo occidental también basa su discurso en un profundo racismo. ¿Acaso no es obvio? Solo existe un modelo. El del pelo liso, y preferiblemente rubio. 🙎💆 ¿Donde quedó el pelo afro, rizado o simplemente más grueso? Es una realidad: la cantidad de información, productos o servicios es mucho menor, no porque no existan, sino porque únicamente interesa mostrar un tipo de mujer.
Todavía a día de hoy, se sigue percibiendo el pelo afro como algo exótico por una parte o sucio por otra, algo raro, semejante a un disfraz. 🆘💥 Ni una cosa ni otra. Solo hay una palabra para describirlo. Y es diversidad. La multiplicidad de perfiles cada vez es más evidente, algo que la industria ya no puede tapar.
Por ello intenta reinventarse y convertir en cool algo que antes se ocultaba. Sucede con las rastas, pasó con las “boxer braids”, o incluso con los adornos de plumas. Todo esto se viralizó y es así como acabó siendo otra tendencia hueca, rebajada a simple objeto de consumo.
La diversidad es algo más que un eslogan.
¿Y tú? ¿Qué opinas?
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#WAG1MAG 🔥🔥