UVE es un tatuador conocido en Instagram por sus diseños pop y el uso del color rojo. Actualmente, trabaja en diversos proyectos y en Ondo Tattoo. Aprovechamos su visita a No Land en Valencia para charlar sobre tattoos, el Guernica y el mundo del cómic.😍
Fotografías de tatuajes por cortesía de UVE.
A parte de tatuar también has colaborado con marcas ¿qué tal fue la experiencia?
UVE: Bien, guay. Yo nunca había hecho nada con marcas, los chicos de Le Ogre, me dijeron que dibujase lo que quisiera, y yo: “¡fantástico!”. Me mola ver un diseño mío y a la gente diciendo: “hostia, pues me voy a pillar”. La verdad es que la marca es muy guay y les quedó muy guapa la sudadera. Aunque me da como un poco de vergüenza llevarla, es que me van a preguntar: “¿La has hecho tú?” y yo voy a decir: “sí, bueno…”. La verdad es que no me la pongo, me da como vergüencilla [se ríe]. Se la pone más mi mujer.
¿No se te hace un poco raro verlo en ropa y no en piel?
Un poco si, es que tampoco he hecho nunca camisetas ni nada textil. En realidad paso un poco de todo, pero tengo intención de hacer camisetas. Es más, es inminente. Las quiero hacer ya, lo que pasa es que entre una cosa y otra pues no la he hecho. Ahora voy a hacer parches con los diseños.
¿Parches para vaqueros?
Para que se los ponga la gente en un delantal si quiere [risas].
¿Cómo empezaste en el tatuaje? Porque llevas un recorrido ya.
Si, ocho o nueve años. Pues había un estudio de tatuaje en mi pueblo y me pasaba a tatuarme, dibujaba y demás y poco a poco me fui metiendo. Me pasaba a rayarles, a preguntarles, y el tío me respondía un poco a regañadientes. Hasta que se piró del estudio y entonces me metí yo, siendo un aprendiz absoluto.
Eso fue en Esparraguera, empecé ahí y me tiré un tiempo. No acabé muy bien con ellos pero al final nos reconciliamos, porque le tengo mucho cariño a la dueña del estudio, Ana, y es una persona a la que admiro muchísimo. La verdad es que no recuerdo por qué fue. Es como una de esas veces que piensas: “este tío es idiota, no me hablo con él” pero al final ni siquiera recuerdas el porqué.
Ahí aprendí a tatuar, luego tuve una temporada larga en mi casa haciendo chapuzas. Antes hacía más tradi [tatuaje tradicional] y pensé: “joder, es que voy a morir de inanición”. Hacía rollo old school, pero al final el tatuaje tradicional americano tiene muy poca salida. Acabé siendo más versátil y haciendo un poco de todo. Hace cuestión de un año saqué esto del rojo. Ahora estoy en Ondo Tattoo y en otro estudio.
¿Cómo se te ocurrió “el rojo”? Tattoo que veo en rojo, es de UVE.
Una vez estaba haciendo un flash [set de tatuajes] tradi y pensé: “hostia, ¿y si le quito colores? Todo con la excusa de trabajar menos [risas]. Empecé a quitarle colores y al final me quedó el rojo con las líneas. Después, igual: “¿si quito esta línea? ¿y esta? Al final se quedó el rojo con el negro, que es básico porque le da el power.
¿Y por qué tanto rollo pop? Personajes de Rick y Morty, de Samurai Jack…
Soy un friki, me encantan los tebeos, compro cómics a muerte. Siempre me ha gustado mucho la cultura popular; series y demás también, dibujos animados también, muchísimo. Hice uno, otro y la gente me los empezó a pedir. Si que colgaba algún flash con eso, pero no es algo que yo haya querido, es algo que me pidieron.
Parece que fue saliendo a partir del rojo.
Si, eso fue automático, yo en ningún momento quise hacerlo. Luego también tatúo diseños míos. Me mola tatuarlos porque son más personales. Esta tarde, por ejemplo, tengo que hacer un personaje de South Park. No sé quién es, pero guay. A veces me mola que me pidan algún personaje en concreto. Por ejemplo, Lobezno. A quien me pida a Lobezno le quiero.
¿Tienes formación artística?
¿Bellas Artes, diseño gráfico, algo así? Tengo la ESO si te sirve.
A ti te sirve, desde luego.
En realidad estudié en una escuela de cómic de Barcelona, Joso Cómic, que es súper famosa. Es la más prestigiosa que hay en toda España, enfocada a cómic e ilustración. El dibujo enfocado a la narrativa del cómic: hay cursos de cómic, otro enfocado al manga, otro a ilustración, arte gráfico… Y si, hay escuelas de cómic en plan bestia, con profesores-profesionales del medio, todo muy friki. Esta es la formación artística que tengo.
Cuéntame un poco tu experiencia en la escuela. Porque imagínate, yo sin saber que existía una escuela de cómic, de repente me entero de que te has formado en la más prestigiosa de España.
Los años más maravillosos de mi vida. Estaba ahí frikeando hablando de los X-Men todo el puto día con peña friki y con colegas con los que aún conservo la amistad. Eso fue con dieciséis años. Fueron unos años geniales, perfectos, y aprendí muchísimo.
¿Te enseñó cosas que luego aplicaste el tattoo? Estabas con el rollo del cómic y después empiezas en el estudio de tattoo de Esparraguera.¿Por qué después al tattoo y no al cómic?
Pues porque no tenía donde caerme muerto, tío [risas]. Dibujaba y pensaba que me iba a comer los mocos. ¿Qué podía hacer con la única cosa que se me dba bien? El cómic es muy complejo y es muy complejo vivir de él. Aquí, por ejemplo, [en el estudio No Land] tenemos a Rogelio, que dibuja tebeos y los publica y tatúa. Yo no he hablado con él de esto, pero tiene cómics en el mercado y tatúa, se gana la vida tatuando. Son dos cosas que se complementan, ganarse la vida haciendo tebeos es una puta amargura.
Además en España, donde no hay mucha gente que lea.
Tengo muchos colegas que tatúan y algunos que dibujan cómic, gente prestigiosa. Y me dicen: “tío, hacer cómic es un infierno”. Pero bueno, ese es el rollo: te gusta y a la vez es un infierno. Entonces dije: “haciendo cómics me voy a comer los putos mocos, ¿qué tengo a mano? pues voy a hacer tattoos”.
¿No pensaste en ser ilustrador? Aquí en Valencia hay una escena de ilustración muy potente. El festival Tenderete, con dos ediciones al año, donde se reúne cada persona que dibuja en Valencia.
Está ahí, sí. Pero es un mundo muy difícil, si fuera tan fácil ganar dinero haciendo ilustración habría acabado haciéndolo.
Te quería preguntar por referencias pero no sé si tiene mucho sentido al tener un estilo tan marcado.
Claro, todo el mundo tiene referencias. Hasta los putos genios, cosa que yo no soy, así que tengo muchísimas. En cuanto a técnica del tatuaje, el rollo tradicional, tiro línea gorda, utilizo máquinas de bobina, relleno tradicional…
Y a nivel de concepción de dibujos mis referencias no tienen nada que ver con el tattoo. Es más cómic y dibujo animado. Desde Tartakovsky hasta Bruce Timm y Jack Kirby. Hay mucha gente que admiro muchísimo, pero influencia directa, gente del mundo del cómic, del dibujo animado. Incluso Moebius.
¿Alguna vez te han pedido un tatuaje muy raro? No sé, una polla roja con alas negras estilo UVE.
Es una pregunta que mucha peña hace y yo siempre digo lo mismo: no he tatuado cosas raras. No he tatuado pollas, ni esvásticas.
¿Cómo surge bajarte a No Land a a tatuar?
[Se queda en silencio] Hostia, no me acuerdo tío [se ríe]. Tengo un compañero en el estudio, Gabri, que baja a tatuar a Valencia. Yo estaba buscando para hacer guest en España, me dijo que este estudio molaba y hablé con ellos. Ya está, no hay más historia.
Ya que curras en Barcelona, ¿cómo es allí la escena del tattoo?
Hay mucho tatuador, hay gente muy buena. Lo que pasa en Barcelona con el tatuaje pasa en otros sitios, que vamos muy de modernos, pero no lo somos tanto.
Explícate.
Que si haces algo muy raro y muy específico, no tiene por qué ser sinónimo de éxito comercial. Esto pasa en muchos sectores. La escena de tattoo en Barcelona es brutal, pero también está un poco saturada de gente. Cada día conozco a alguien que me dice que se ha comprado una máquina de tatuar, ja, ja.
Da la sensación de que hay más gente que tatúa que gente tatuada.
¿Sabes la típica escena de película en la que le da un infarto a alguien, y otro se levanta y grita: “¿¡hay algún médico en la sala!?”? Pues ahora habrá médicos, pero dirán que están empezando a tatuar. De las quince personas en la sala, trece serán tatuadores. Pero tampoco soy quién para decir esto, porque soy tatuador igual. Tengo la suerte de trabajar con peña que es muy buena.
¿Por ejemplo?
Todos los de Ondo Tattoo son una puta caña, tío. También hay otros estudios muy buenos, muchísimos.
¿Como cuál?
Por ejemplo el Sacrifice o el Black Sheep.
¿Está estigmatizado el tatuaje? Porque antes le decías a la gente que te habías tatuado y te respondían: “oh, ¡dios mío! ¡no vas a encontrar trabajo!”. Al llevar ocho años en el mundo del tattoo, supongo has visto cómo ha cambiado esa mentalidad.
Yo ya lo he visto cuando ha empezado a dejar de ser un un estigma social, aunque lo siga siendo. Hay gente que no se puede tatuar el cuello porque trabaja cara al público, cuando en el aeropuerto de Estados Unidos a mí me ha parado un policía con tattoos en el cuello. ¡Un policía! ahí ves la diferencia.
Hay un pequeño estigma, que es un residuo que tenemos de el tatuaje como algo de presidiarios, de mala vida y eso. Es algo generacional, hasta que no se dé un cambio en este sentido seguirá habiendo un fantasma de eso.
No puedes hacer cambiar de parecer a un señor de 80 años, porque se ha criado en otro contexto social. Aunque también hay jóvenes con esta mentalidad.
¿El tatuaje es una forma de arte?
No sé, tío. Creo que no. O si, es que no sé.
Venga, mójate un poco. Por qué sí y por qué no.
Si, claro que es una forma de arte.
A mí me llama la atención que haya en un museo un cuadro de Las Meninas y no haya diseños de tatuaje, o un tío tatuado sentado para que lo mire la gente.
¿Has estado delante del Cristo de Velázquez, o del Dos de Mayo de Goya?
He estado delante del Guernica.
Otra obra maestra. Si estás delante de las Meninas o del Cristo de Velázquez, sabes por qué no hay un flash de tatuaje ahí. Sin despreciar todo esto, porque yo formo parte de ello. Eso es arte con mayúsculas y esto es algo que ahora ha dejado de ser una forma de expresión social marginal. Hay gente que experimenta a nivel artístico y creativo, busca otros caminos. Ahora está sucediendo esto. Dentro de 20 o 30 años se dirá: “hostia, mira esta lámina de David Cote!” o “mira esta lámina de Luca Font”. Ahí sí habrá cierto bagaje y cierta evolución, pero realmente no puedes compararlo.
En el arte físico, hablemos de acuarela o lienzo, sí que tiene su importancia creativa y artística, pero es otro rollo. Yo veo un flash de Sailor Jerry, de los pioneros del tatuaje tradicional, o una pintura de Horiyoshi III, y flipo. Hay algunas obras que pueden ser equiparables a una obra de arte, por supuesto, pero claro, de ahí a ponerlo al lado de las Meninas… ¿¡tú sabes cómo es «Las Meninas»!? Una puta movida cósmica. Ese hijoputa de Velázquez la tenía muy grande y constantemente la tenía fuera [risas].
Pero precisamente has dicho que hay una evolución desde dónde se originó, que imagino que fue en entornos más marginales.
Aquí en Europa,sí. Por ejemplo, el tatuaje polinesio es otro rollo, un tatuaje de estatus social. Pero bueno, hablamos de Europa: el tatuaje de Europa contemporáneo. Porque antes también había tatuaje tribal. La tribu de los pictos iba pintada. Occidente sí que se relaciona con ese contexto social más “de presidiario”, “de marinero”, “de militar”… sí que es verdad que tiene ese origen y que en un futuro se podría equiparar al arte. Ojalá sea así, pero hoy por hoy el tatuaje está explotando.
Hace 20 o 30 o 40 años, se trataban los tebeos como lectura para tontos, para niños. La lectura adulta era León Tolstói, no leas Will Eisner, que eso es de niños. Realmente eran lecturas adultas. Hasta que no le dieron a MAUS un Pulitzer, no pensaron que el cómic es un medio donde se puede expresar cualquier cosa. Si el cómic se considera el noveno arte, igual el tatuaje es el décimo. Ojalá eso llegue.
#WAG1MAG