C. Tangana es el hombre del año, eso es un hecho.
Desde que en Abril anunciara que había «firmao el contrato más caro en España de tol gremio» en su single Espabilao, hemos tenido a Pucho en el eje mediático.
Su fichaje por Sony, Mala Mujer (indiscutible canción del verano), un aluvión de entrevistas, una declaración de transexualidad ante una entrevista ridícula y un videoclip dirigido por El Palomar como respuesta, el Orgullo de Madrid, un remix internacional de Mala Mujer, cuatro singles express y una lona en Gran Vía. En la meta de este convulso recorrido se encuentra Ídolo, un disco que no vale tanto como el hype y el interés generado en torno a él.
El disco comienza con Tiempo e Inditex, dos temas en los que, pese a sus bases infecciosas, podemos ver la peor cara de Pucho, aquella que esconde con chulería la falta de ideas. Lo que no le falta es talento, y muestra de ello es De Pie, un tema abiertamente pop en la onda de Not Nice de PARTYNEXTDOOR que podría servir como secuela de Antes de Morirme. La cara A cierra con No Te Pegas (pista más morbosa que inspirada), la inane Intoxicao y la ya conocida Espabilao.
El la segunda mitad del disco encontramos las secuencias más memorables y los mayores fracasos. Dónde, además de Mala Mujer, también destaca Caballo Ganador, un auténtico hit dónde C. Tangana reflexiona sobre la soledad, la amargura y la frustración que acarrea el camino hacia la fama. Poca cal y mucha arena, puesto que Demasiao Tarde, Otro Hombre, Pa Que Brille y Pop Ur Pussy son probablemente las peores canciones que Pucho ha escrito a lo largo de su carrera.
Ídolo ofrece una escucha ligera y entretenida, pero poco más. Y es que, a grandes rasgos, no es un mal disco. Posee una producción exquisita, un puñado de números pegadizos y amplias posibilidades comerciales.
De hecho, no creo que haya sido esa vocación comercial la causante de este insulso trabajo. Las intenciones son buenas. Pero, dónde Antón Álvarez ve la gran obra con la que la música urbana conquistará el mainstream de este país, otros vemos un producto cuyos cimientos (chulería, dinero, sexo y egocentrismo) se desmoronan como si de un puente de Calatrava se tratase.
A uno de los artistas nacionales más sobresalientes de este siglo debemos pedirle más, mucho más.
¿Y tú que opinas?
#WAG1MAG
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