De pequeña Amber Bain veraneó junto a su familia en una propiedad de Cornwall que había pertenecido con anterioridad a la famosa actriz Kate Winslet.
En esa casa Amber pasó una semana pretendiendo ser un chico llamado Danny.
Su “disfraz” fue tan persuasivo que una niña que vivía cerca de allí creyó realmente que Amber era un chaval y se enamoró.
La artista sitúa sus comienzos en la música justo en ese momento. El alias de su proyecto musical, The Japanese House, pertenece en realidad a la mansión de Winslet, que fue llamada así porque su aspecto es muy similar al de las tradicionales casas de té japonesas.
Desde que empezó a publicar sus primeros temas synthpop en 2015 Amber Bain no ha vuelto a pasar desapercibida. Primero su identidad fue motivo de rumores. Algunos creyeron que The Japanse House era un proyecto ad hoc de los componentes de The 1975, el grupo más famoso del sello Dirty Hit, que representa a Bain. Cuando salió a la luz, su aspecto aniñado y andrógino también propició apasionados debates. A estas alturas de la película, con el reciente lanzamiento de su primer LP, todo el mundo conoce a Amber Bain.
“He crecido en un entorno abierto y nunca me ha preocupado manifestar que soy gay. Todas mis canciones hablan de chicas y jamás me he sentido avergonzada. Lo que de verdad me asustaba era hablar de mis relaciones, cantar sobre una exnovia que, joder, ya no estaba ahí”.
Good at falling es, según ella, un viaje experimental. En él recupera sus experiencias más traumáticas para envolverlas melodías dreampop y letras llenas de ironía. De hecho, ha convertido su relación con la cantante Marika Hackman en el tema central del disco.
